Cuando el teléfono suena en mitad de la noche, no suele significar nada bueno. Esto es lo que le ocurrió a Gottfried Wanzl el 11 de febrero de 2012, cuando una alterada voz le dijo: «¡Mira por la ventana! ¡La fábrica 4 está en llamas!». ¿Estaba ardiendo la obra de la familia? Un enorme incendio estaba quemando el edificio metalizado y envolvía los alrededores con una nube de humo. En esa fatal noche, Gottfried Wanzl se encontró en la puerta de la fábrica con innumerables camiones de bomberos, mangueras extendidas y reflectores brillantes. El ruido de las estruendosas bombas antiincendios solo se veía interrumpido por la frecuencia entrecortada de los mensajes de radio y las órdenes en voz alta de los bomberos. Los miembros de la dirección se apresuraron con los jefes de los bomberos por los pabellones que todavía no estaban afectados por las llamas para echar un vistazo. ¡Gracias a Dios! Los sistemas de protección contra incendios resistieron, los bomberos trabajaron de forma excelente y el fuego no se extendió por los pabellones colindantes. Y lo que era aún más importante: todos, tanto trabajadores como asistentes, afortunadamente salieron ilesos.
Cuando unos dos días más tarde se extinguieron los últimos focos de combustión, salió a la luz toda la magnitud de los destrozos. El fuego causó un daño de más de 40 millones de euros y, además de los edificios, arrasó con una parte vital de la producción. ¿Se podían respetar todavía los contratos de suministro? ¿Y qué pasaba con los puestos de trabajo? ¿Corrían peligro? Lo que había sucedido era algo incomparable. Hubo una ola de ayuda y solidaridad, los proveedores ofrecían también su ayuda, así como los comprensivos clientes e incluso la competencia. Lo más impresionante, no obstante, fue la reacción de todos los empleados, que ayudaron de diferentes formas para que la empresa se recuperara. Se pudieron cumplir casi todas las fechas de entrega y las promesas de los productos, los trabajos de reconstrucción y limpieza avanzaron de forma ágil y sin burocracia y llevaron a una normalización muy rápida del proceso de funcionamiento. La palabra «Gracias» adquirió desde ese memorable día un nuevo significado en la casa Wanzl. Y en la tragedia se ha demostrado que, literalmente, juntos se puede atravesar el fuego.