Hasta una edad avanzada y ya retirado activamente de la gerencia, Rudolf Wanzl estuvo presente en la empresa. Caminaba por el negocio y se alegraba una y otra vez de su obra. Asimismo, le gustaba conversar con los trabajadores veteranos o con uno u otro proveedor o cliente que se iba encontrando en sus rondas. Y cada noche tenía un ritual: puntualmente a las 18:30 h, Rudolf Wanzl aparecía en la oficina del director financiero Derks, le saludaba amigablemente y se sentaba sin que se lo pidiera nadie en la pequeña mesa de reuniones.
«¿Va todo bien? ¿Qué hay de nuevo?», así empezaba el breve diálogo nocturno que siempre terminaba con: «Ya me tengo que ir a casa, ¡que mi mujer ha hecho la comida!». Lo decía, se levantaba y se quedaba un segundo en la puerta abierta: «¿Todavía tenemos dinero?», el Sr. Derks asentía con la cabeza y sonreía, y eso era suficiente. Entonces, se marchaba de vuelta a casa. ¡Hasta mañana!